El pasado martes 8 de enero (de 2013), en la primera sesión del
año del Taller de Poesía “Alí Chumacero” su coordinador, Enrique Servín, nos
dijo: “El texto es una singularidad” aludiendo en parte al concepto de singularidad es como se ha entendido en la física en el último siglo. Enrique nos dijo que cada
texto como una singularidad espaciotemporal tiene sus propias reglas, a las
cuales es fiel y las cuales como autor debemos respetar o de lo contrario ese
texto no funcionará. La explicación me gustó mucho y me sorprendió.
Luego
de unos siete años de amistad con Enrique él no deja de sorprenderme, no sólo
lo obvio de su capacidad lingüística y poliglota, no sólo su sensibilidad y su
teoría literaria. Él, en estos años, ha sido un amigo y un mentor. Tengo mucho
que agradecerle, su pasión y su visión del mundo han influido mucho en mí y en
la forma de entender la realidad.
Como
le sucede a la mayoría de las personas cuando lo conocen quedé deslumbrado, su
saber, su capacidad para los idiomas, su memoria. Pero sobre todo una de las
cosas que más me agradó de él y por la que busqué su amistad fue su capacidad
para reír, es alguien que sabe reírse, es alguien que sabe gozar la vida. Le gusta
la buena comida y salir al campo; en el desierto hemos caminado juntos muchas veces,
gracias a él aprehendí la belleza de los valles cubiertos de guamis y tierra
blanca, del minimalismo del paisaje, las yucas sobre los cerros escarpados.
Lo que uno aprende al estar cerca de
él es una ética fundada en la compasión. Pocas veces mencionamos esto tal cual,
pero lo he observado a través de sus acciones, de su preocupación por los pueblos indígenas,
por los niños de los orfelinatos, por el desamparado y por sus seres queridos. Aunque
no se declara budista cree en las cuatro nobles verdades del Buda. Además de una actitud crítica, como
buen hijo de su tiempo, pertenece a la
generación del desencanto.
Podría escribir carretadas sobre Enrique y aquello que
le admiro, en las líneas anteriores apenas lo esbocé; me conformo con
decir (decirle) que gracias a él soy escritor y que, de no haber sido por su
influencia, no entendería ni la literatura ni el mundo como los entiendo.
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