jueves, 10 de enero de 2013

De la singularidad y el texto


El pasado martes 8 de enero (de 2013), en la primera sesión del año del Taller de Poesía “Alí Chumacero” su coordinador, Enrique Servín, nos dijo: “El texto es una singularidad” aludiendo en parte al concepto de singularidad es como se ha entendido en la física en el último siglo. Enrique nos dijo que cada texto como una singularidad espaciotemporal tiene sus propias reglas, a las cuales es fiel y las cuales como autor debemos respetar o de lo contrario ese texto no funcionará. La explicación me gustó mucho y me sorprendió.
            Luego de unos siete años de amistad con Enrique él no deja de sorprenderme, no sólo lo obvio de su capacidad lingüística y poliglota, no sólo su sensibilidad y su teoría literaria. Él, en estos años, ha sido un amigo y un mentor. Tengo mucho que agradecerle, su pasión y su visión del mundo han influido mucho en mí y en la forma de entender la realidad.
            Como le sucede a la mayoría de las personas cuando lo conocen quedé deslumbrado, su saber, su capacidad para los idiomas, su memoria. Pero sobre todo una de las cosas que más me agradó de él y por la que busqué su amistad fue su capacidad para reír, es alguien que sabe reírse, es alguien que sabe gozar la vida. Le gusta la buena comida y salir al campo; en el desierto hemos caminado juntos muchas veces, gracias a él aprehendí la belleza de los valles cubiertos de guamis y tierra blanca, del minimalismo del paisaje, las yucas sobre los cerros escarpados.
            Lo que uno aprende al estar cerca de él es una ética fundada en la compasión. Pocas veces mencionamos esto tal cual, pero lo he observado a través de sus acciones, de su preocupación por los pueblos indígenas, por los niños de los orfelinatos, por el desamparado y por sus seres queridos. Aunque no se declara budista cree en las cuatro nobles verdades del  Buda. Además de una actitud crítica, como buen hijo de su tiempo,  pertenece a la generación del desencanto.
Podría escribir carretadas sobre Enrique y aquello que le admiro, en las líneas anteriores apenas lo esbocé; me conformo con decir (decirle) que gracias a él soy escritor y que, de no haber sido por su influencia, no entendería ni la literatura ni el mundo como los entiendo. 

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