sábado, 12 de octubre de 2013

De la fiesta de la hispanidad y otras negaciones.

Este 12 de octubre se conmemoran quinientos veintiún años del arribo de Cristóbal Colón a América. En mi infancia se celebraron los cinco siglos del “descubrimiento”, o, como algunos políticamente correctos trataron de llamar, el “encuentro”. Esta fecha es celebrada en España como día nacional, la Fiesta de la Hispanidad, porque según redactaron los señores legisladores peninsulares, se conmemora la unión de los reinos y el momento de la expansión de la lengua más allá de sus fronteras, estoy, por supuesto, parafraseando.
            Las naciones pueden celebrar cuándo y por la razón que quieran sus fiestas nacionales, total, los estados-nación del mundo se desmoronan. Sin embargo, ello no me impide reflexionar en torno a la fecha en que España se celebra. La conmemoración de la llegada de Colón y sus huestes a América, el momento en que lo primero que se hizo fue poner sobre la tierra la cruz. El momento en que inició un proceso que no termina, el proceso de negación de lo otro.
            La España de ese momento estaba fundada en la negación de todo lo no cristiano: acababa de expulsar a los judíos y de desaparecer el Reino de Granada. Razón por la cual el pensamiento de quienes arriban a América es el de imponer su visión del mundo, destruyendo o sobajando todo lo que encontraban a su paso. Pero, no porque así fuera en aquel momento debemos congratularnos por “el encuentro”, es afrentoso para todo aquello que esa entelequia recién nacida que más tarde conoceremos como España celebre su día.

            Aunque habló español y desciendo de la fragua de mestizaje que se dio en México, ello no me hace estar orgulloso del proceso por el cual pude llegar al mundo. Porque ese proceso implicó la destrucción de civilizaciones y la muerte de millones de personas.