miércoles, 13 de mayo de 2015

Hasta entre los perros hay razas

“Hasta entre los perros hay razas”, reza un dicho popular, que refleja mucho de nuestra idiosincrasia. No es lo mismo, por ejemplo, ser homosexual activo que jota pasiva. En todos los grupos se ejercen este tipo de diferenciaciones, de jerarquizaciones.
            Los homosexuales hacen distingos entre la obvia y al que no se le nota —la mayoría jura ser el segundo y los otros son lo primero—, del mismo modo que todos dicen ser activos, o les cuesta un esfuerzo infinito aceptar que, en efecto, les gusta morder almohadas. La homofobia internalizada.
            Las conductas sexuales de cada individuo son privadas y le competen a él y a la persona o personas con quienes las practique (siempre y cuando no esté implicado el abuso), sin embargo juzgamos más “hombre” al activo que al pasivo —como si la actividad sexual se redujera a meter y sacar el pene del ano—. Porque, aunque ambos son despreciables desde la perspectiva heteropatriarcal, lo es menos el que funge como “hombre” en el acto; el que recibe, el que se raja (recordando aquí aquella explicación de Paz en el Laberinto de la soledad) es el poco hombre, es la vieja, es la mujer.
            Seguir con estos discursos sólo perpetúa la discriminación, es, como se dice en mi rancho: “hacerle el caldo gordo” a los valores y prejuicios de la sociedad heteropatriarcal; los cuales, a todos (hombres, mujeres, heteros, homosexuales, niños, ancianos, etc.) nos sentaría muy bien desmantelar.  

miércoles, 6 de mayo de 2015

La sal de la tierra, una profunda mirada a la condición humana


Hay experiencias estéticas que te dejan extenuado, emocional e intelectualmente.  De la obra vuelves al mundo temblando, pasas por un rito de iniciación, dejas de ser la persona que eras, la obra que te produce la experiencia estética te cambia. Así ocurre con el documental La sal de la tierra, el espectador es uno y otro después de verlo.
            Wim Wanders, uno de los directores del filme, nos explica con voz en off, la etimología de fotógrafo: el que dibuja/escribe con luz. Vemos en esas secuencias iniciales algunas fotografías de los gambusinos en Serra Pela, Brasil; las escenas que vemos son vertiginosas, dantescas, profundamente humanas, fueron captadas por la lente de Sebastião Salgado, quien describe cómo fue para él haber estado ahí.
            Juliano Ribeiro Salgado y Wim Wanders nos llevan por un recorrido a través de la vida y la obra del fotógrafo Sebastião Salgado. Un juego, no de espejos, sino de cámaras, la cinematográfica y la fotográfica, donde nos introducimos en el espíritu de ese hombre que ha recorrido el mundo para captarlo con su lente.
            Asistimos a una exposición fotográfica única, una retrospectiva en movimiento, una exploración que estremece continuamente al espectador. Los ojos de sus fotografiados nos observan y también nos observa el mismo Salgado, quien nos cuenta este recorrer del mundo para fotografiarlo. Observar, junto a él, la condición humana en toda su desnudez.

            La experiencia estética que se presenta al espectador es bella y dolorosísima —en más de una ocasión se pueden correr las lágrimas—, pero también es esperanzadora. Búsquenla en cartelera y disfruten de este viaje por la obra de Sebastião Salgado.