Hay experiencias estéticas que te dejan
extenuado, emocional e intelectualmente. De la obra vuelves al mundo temblando, pasas
por un rito de iniciación, dejas de ser la persona que eras, la obra que te
produce la experiencia estética te cambia. Así ocurre con el documental La sal de la tierra, el espectador es
uno y otro después de verlo.
Wim
Wanders, uno de los directores del filme, nos explica con voz en off, la
etimología de fotógrafo: el que dibuja/escribe con luz. Vemos en esas
secuencias iniciales algunas fotografías de los gambusinos en Serra Pela,
Brasil; las escenas que vemos son vertiginosas, dantescas, profundamente
humanas, fueron captadas por la lente de Sebastião Salgado, quien describe cómo
fue para él haber estado ahí.
Juliano
Ribeiro Salgado y Wim Wanders nos llevan por un recorrido a través de la vida y
la obra del fotógrafo Sebastião Salgado. Un juego, no de espejos, sino de
cámaras, la cinematográfica y la fotográfica, donde nos introducimos en el
espíritu de ese hombre que ha recorrido el mundo para captarlo con su lente.
Asistimos
a una exposición fotográfica única, una retrospectiva en movimiento, una
exploración que estremece continuamente al espectador. Los ojos de sus
fotografiados nos observan y también nos observa el mismo Salgado, quien nos
cuenta este recorrer del mundo para fotografiarlo. Observar, junto a él, la
condición humana en toda su desnudez.
La
experiencia estética que se presenta al espectador es bella y dolorosísima —en
más de una ocasión se pueden correr las lágrimas—, pero también es
esperanzadora. Búsquenla en cartelera y disfruten de este viaje por la obra de
Sebastião Salgado.
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