Cada persona está
inmersa en un drama, que no dejará de serlo porque a nosotros nos pueda parecer
ridículo o insignificante; es su drama del mismo modo que nuestro drama lo es
para nosotros; lo ignoramos y sólo prestamos importancia a nuestros dramas y, a
veces, al de nuestros allegados, porque es la única forma en que podemos seguir
adelante, de lo contrario, la consciencia de que cada individuo que pasa frente
a nosotros está inmerso en su drama podría abrumarnos hasta la parálisis.
Tenemos que seguir nuestras vidas, sí, pero de vez en cuando
no estará de más recordar que el resto de los seres humanos son seres dolientes.
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