Crecí escuchando un casette con
las canciones de Cri Cri, para bien o para mal, fue parte de mi educación
emocional, y creo, a la vuelta de los años que de ella fue de lo mejor que
tuve. La letrística de Gabilondo Soler, a pesar de las muchas críticas que
puedan hacérsele, son letras que permanecen en la memoria y que unen a generaciones,
desde antes de la infancia de mis padres hasta, y espero que así siga siendo
los niños de nuestros días, pueden reconocer sus letras.
Su nostalgia y, al mismo tiempo, su alegría inundaron los
días de mi infancia. Guardó su música junto a luminosas tardes de verano, junto
a correrías por los arroyos de altas jarillas; el ratón vaquero, las vocales,
el rey de chocolate, la muñeca fea, la patita, me acompañaron en aquellos años.
Hoy, a casi veinte años de aquel tiempo, escuchar la voz de Cri Cri me
retrotrae a aquellos años. Mucho se puede decir de esas letras, mucho se les
puede criticar; pero escribo esto pensando en esas canciones que nos han
hermanado a tanto y que, espero, siga hermanándonos con las nuevas generación. “¿Quién es el que anda aquí? Es Cri Cri, es Cri Cri..."
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