Anoche caminé por las calles
del centro de esta ciudad que normalmente tiene un tufo aciago. La gente estaba
feliz, mucho tenía que ver el hecho de que se pudiese beber alcohol en la vía
pública. Había conciertos y exposiciones. Fue grato descubrir que la sociedad
chihuahuense aún tiene la posibilidad de recomponer su tejido.
El centro, que luego de tanta obra pública ha sido muy
afectado —no sólo por la violencia de todos los días, sino por las labores y
las obras públicas en sí— ha quedado un tanto cuanto intransitable. Sin
embargo, este lapsus, este respiro que se le ha dado nos permite reencontrarnos
con el corazón de la ciudad, ver que aún late.
A pesar de la violencia —sin ir más lejos, hace unos minutos mataron a un hombre
en el paso a desnivel de la av. Independencia—, y de los conflictos que hemos
padecido en Chihuahua (la ineficiente aplicación de un nuevo sistema de
transporte público, proyectos urbanos mal aplicados, etc.) fue grato ver vivo el
centro, como pocas veces se había visto desde hacía años. Esperemos que esto
sea un paso en el camino de recomposición social que tanto necesita esta
ciudad.
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