La infancia está poblada de sensaciones, por su
naturaleza de formación deja en nosotros un complejo cuadro de recuerdos, que
Marcel Proust supo captar tan bien. Cualquier metáfora sobre nuestra memoria y
la infancia es insuficiente, si se le visualiza como un valle donde cada
rincón, cada accidente orográfico, cada parte del paisaje es un recuerdo, una
sensación…
Así,
en los vericuetos de ese valle, en un recodo del río de la memoria está una
noria, un nogal cimarrón y un niño. Ese niño pasaba toda la tarde golpeando con
una piedra las nueces duras y negras del nogal, en la base de la noria, viendo
a veces por entre los tablones el fondo del pozo, a pesar de los regaños de su
madre. Mi hermana estaba conmigo, machacando también nueces, lanzando piedrecitas
para escuchar cuando caían al agua en el fondo de la noria. A veces corría un
viento frío y levantaba un poco de polvo, seguíamos comiendo y machacando
nueces. Una de mis tías que apenas dejaba de ser niña iba y lanzaba el balde al
fondo de la noria y nosotros le ayudábamos a mover la polea para sacar el agua
fresca y cristalina.
Han
pasado de eso más de veinte años, la casa en que vivía mi tía y los abuelos se
está cayendo (mis abuelos hace mucho que ya no son en el mundo), el nogal se
secó. La noria sigue en donde estuvo y aún tiene agua en su fondo, de él a
veces abrevo en mis sueños.
La
niñez es como un valle, más como todo valle cambia. Sé que con el hecho puro de
recordar cambio aquel momento como fue, que incluso la memoria sensible que me
retrae a aquellos días y aquellos espacios me obliga a cambiar, aunque no lo
quiera, esas tardes y todos los días que atesoró de aquel tiempo. A pesar de
ello disfruto de evocar esos olores, el viento helado del invierno que se
acercaba, el polvo arenoso del patio donde estaba la noria, la base de cemento
del pozo donde machacábamos las nueces y recogíamos los pequeños trozos entre
la dura cáscara.
A qué
viene todo esto, acabo de comer una nuez, ni siquiera era cimarrona, pero su
sabor me hizo recordar aquellas tardes en que comía nueces cimarronas al lado
de mi hermana. La memoria esa capacidad para mantenernos unidos con quien
fuimos y lo que sentimos.
Excelente texto, me transportó a mi infancia en cada escena que describe.
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