Vivimos en un tiempo en que el cinismo es uno de los
lenguajes más utilizados. Hay quienes lamentan esto, así como lamentan la pérdida
de la moral. Aunque no lamento vivir en tiempos en que se use de forma tan
habitual el cinismo sí considero que este puede ser molesto, sobre todo su
abuso. Mientras que la cuestión sobre la moral no tiene para mí discusión,
porque la moral que lamentan perdida es una moral restrictiva y que no es ética
sino que rechaza la otredad.
Hay,
sin embargo un cinismo que sí me agrada, principalmente en la televisión o en
internet, que es aquel en el que se une éste a la moral. En el que el lenguaje
cínico es utilizado para mofarse del estado de cosas de la sociedad, que para
muchos es visto como sólo burlas, un lenguaje cínico sin aportación alguna,
pero que tiene una postura radicalmente moral. Para esta visión cínica no hay
instituciones o figuras que merezcan permanecer sin mácula frente a la crítica,
de todo se puede uno burlar. Es el caso de South Park o de los Simpsons y otros
dibujos animados que siguen su modelo, como Padre de familia, American Dad,
etc. No es casual que hayan surgido en la sociedad más superficial del planeta.
El cinismo
inocuo, el cinismo burlón que no tiene una raíz moral, que no cuestione el
estado de cosas es grosero, resulta irritante y fastidioso. Mientras que la
moral si no es a través del cinismo no me la trago. La moral y el cinismo han
de venir en un mismo paquete para que ambas resulten efectivas.
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