El jueves pasado los
feminicidios volvieron a ser la preocupación de la despreocupada ciudadanía
chihuahuense. Ese día en los periódicos locales se dio la noticia de la muerte
de dos jóvenes estudiantes de enfermería. El ambiente de violencia en que hemos
vivido en los últimos años ha ido invisibilizando estos crimines. Eso fue
evidente con la información que los medios difundieron después sobre las
estudiantes.
Diana Arlet Mendoza Núñez y Tania Rubí Martínez Salinas tenían
apenas 27 y 23 años, la fiscalía informó que eran pareja, lo cual los medios
locales se dieron prisa en difundir. Para los chihuahuenses, luego de enterarse
de la relación lésbica de las jóvenes, la muerte de ellas se consideró como una
consecuencia. He escuchado en la parada del camión comentarios en el sentido de
que fue eso lo que se buscaron por ser lesbianas.
Esta es la ciudad, la sociedad en que vivo. La sociedad
que por más de veinte años ha producido feminicidios, en la cual la violencia
constante hace invisibles crímenes de odio como los cometidos contra Diana
Arlet y Tania Rubí. Contra homosexuales
y trasvestis que ni siquiera son noticia por su muerte o que pasan a la
portada de los periódicos de nota roja que tanto se compran. Ellas fueron
asesinadas y la gente en lo que piensa es que fueron a un motel y eran
lesbianas. Su asesinato fue un doble crimen de odio, por ser mujeres y por su
relación homosexual. Vivimos en una sociedad enferma y sólo me puedo preguntar,
temeroso, de qué más será capaz.