martes, 11 de diciembre de 2012

De la nuez cimarrona, la memoria sensible y la niñez


La infancia está poblada de sensaciones, por su naturaleza de formación deja en nosotros un complejo cuadro de recuerdos, que Marcel Proust supo captar tan bien. Cualquier metáfora sobre nuestra memoria y la infancia es insuficiente, si se le visualiza como un valle donde cada rincón, cada accidente orográfico, cada parte del paisaje es un recuerdo, una sensación…
            Así, en los vericuetos de ese valle, en un recodo del río de la memoria está una noria, un nogal cimarrón y un niño. Ese niño pasaba toda la tarde golpeando con una piedra las nueces duras y negras del nogal, en la base de la noria, viendo a veces por entre los tablones el fondo del pozo, a pesar de los regaños de su madre. Mi hermana estaba conmigo, machacando también nueces, lanzando piedrecitas para escuchar cuando caían al agua en el fondo de la noria. A veces corría un viento frío y levantaba un poco de polvo, seguíamos comiendo y machacando nueces. Una de mis tías que apenas dejaba de ser niña iba y lanzaba el balde al fondo de la noria y nosotros le ayudábamos a mover la polea para sacar el agua fresca y cristalina.
            Han pasado de eso más de veinte años, la casa en que vivía mi tía y los abuelos se está cayendo (mis abuelos hace mucho que ya no son en el mundo), el nogal se secó. La noria sigue en donde estuvo y aún tiene agua en su fondo, de él a veces abrevo en mis sueños.
            La niñez es como un valle, más como todo valle cambia. Sé que con el hecho puro de recordar cambio aquel momento como fue, que incluso la memoria sensible que me retrae a aquellos días y aquellos espacios me obliga a cambiar, aunque no lo quiera, esas tardes y todos los días que atesoró de aquel tiempo. A pesar de ello disfruto de evocar esos olores, el viento helado del invierno que se acercaba, el polvo arenoso del patio donde estaba la noria, la base de cemento del pozo donde machacábamos las nueces y recogíamos los pequeños trozos entre la dura cáscara.
            A qué viene todo esto, acabo de comer una nuez, ni siquiera era cimarrona, pero su sabor me hizo recordar aquellas tardes en que comía nueces cimarronas al lado de mi hermana. La memoria esa capacidad para mantenernos unidos con quien fuimos y lo que sentimos.  

1 comentario:

  1. Excelente texto, me transportó a mi infancia en cada escena que describe.

    ResponderEliminar